Qué (no) esperar de la reunión del G20
Nuestro analista evita mencionar a EPN, pero comenta lo que –lamentablemente– no dejará el encuentro en Alemania.
Es de esperar que en el G20 los medios estén cazando las reacciones a Donald Trump y que algunos líderes aprovechen para afianzar su popularidad en casa apretando la mano del estadounidense inmisericordemente, o haciendo gestos y declaraciones de desaprobación en el momento en que Estados Unidos repita que no va a cumplir con el Acuerdo de París, o cuando reitere que ahora va en contra del libre comercio que tanto defendió por el mundo durante décadas con poder suave, pero también con armas.
¿Se acuerdan cuando los manifestantes estaban en contra del libre comercio y les llamaban “globalifóbicos”? Hoy parece ser al revés. No fue hace tanto, fue en Londres 2009.
La crítica más dura al derecho internacional público es la ausencia de una autoridad que lo haga valer. La defensa, idealista, es que lo acordado obliga, pero parece que sólo a algunos y a veces (es el pacta sunt servanda, para los que les guste hablar en lenguas muertas). En cambio climático, lo que no hay que esperar son acuerdos significativos, como el de París, que parece compartir destino con el moribundo protocolo de Kyoto y su enmienda de Doha (los instrumentos también pretendían reducir las emisiones de gas invernadero, pero ni China ni Estados Unidos lo adoptaron).
Tampoco hay que esperar avances en libre comercio; el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, que crearía el bloque de libre comercio más grande del mundo, está en coma y sólo una nueva administración estadounidense lo podría despertar.
En ausencia de substancia, a mi parecer lo más interesante de la protocolaria reunión será, lamentablemente, el aspecto mediático.
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