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Nuestro sistema impositivo favorece a intereses privados

Detrás de la “transición a la democracia” mexicana se desarrolló una estructura impositiva que en vez de impulsar la distribución de la riqueza ha generado más desigualdad, dieron a conocer investigadores durante la presentación del estudio Fiscalidad y democracia en México.




6 octubre, 2015

Desde hace dos décadas en México ha consolidado una estructura impositiva a favor del poder económico, que en lugar de favorecer la distribución de la riqueza ha generado más desigualdad, aseguran investigadores.

A través del estudio Fiscalidad y democracia en México, compuesto por 4 tomos, un grupo de 30 académicos analizó durante diez años la relación entre la política y la economía, de lo que concluyeron que el gobierno ha “abaratado” el país.

“Hicimos el análisis histórico de cómo empezaron a pedir que se liberara el primer sistema financiero para que corrieran los capitales, y entonces atraer inversión; no cobrarles impuestos (a las empresas), incluso pagarles para que estén en el país y generen empleo, que no son capaces de generar los capitalistas nacionales”, comentó el economista Alfonso Vadillo, coordinador de esta serie.

Esto ocasiona que el estado no tenga ingresos suficientes para cubrir las necesidades y crezca la deuda pública. 

“Cuando un país pierde su soberanía en materia monetaria, no tiene ninguna posibilidad de diseñar política, ni siquiera a mediano plazo, pues está sujeta a los vaivenes de los que diga la flotación de la moneda”, señaló el doctor Vadillo.

No obstante, consideró, el gobierno ha buscado beneficiarse de la inversión gravando a la fuerza productiva por medio del salario, lo que provoca más desigualdad.

 “Si lo que se distribuye es la parte productiva entonces nos quedamos sin planta productiva. No se puede distribuir, ni siquiera se debe gravar si se quiere mantener”, sugirió.

Recordó que en México alrededor de 16 millones de personas que integran la población económicamente activa ganan entre uno y dos salarios mínimos, lo cual no cubre sus necesidades básicas.

Por su parte, la doctora Tania Martínez descubrió que estas políticas fueron adoptadas durante la llamada transición hacia la democracia. 

“Mientras las sociedades avanzaban hacia la democratización electoral, las condiciones sociales de países en tiempos neoliberales empeoraban a tal punto que la concentración de la riqueza constituye hoy el hecho más relevante, disruptivo y fragmentador del tejido social” en economías como la de México, señaló Martínez.

Precisó que de acuerdo con la base de datos sobre ingresos e inequidad en el mundo de la Universidad de Iowa, la cual conjunta información de la OCDE y la Cepal, México se encuentra dentro de los 25 países con mayor desigualdad en el planeta.

Durante su trabajo de investigación, Martínez observó cómo la influencia de los poderes privados en el diseño de las políticas estatales se ha convertido en un obstáculo para que el común de los ciudadanos decidan con autonomía y libertad sobre el presente y el futuro del país.

Explicó que en México el financiamiento a partidos es uno de los más costosos del mundo y es el único rubro del presupuesto que está constitucionalizado, para evitar que predomine el financiamiento privado y que los grandes poderes económicos influyan en la toma de decisiones públicas, a través del destino de dinero a las campañas de los candidatos y partidos políticos.

Sin embargo, observó que de las 18,000 donaciones reportadas a la autoridad electoral en el año 2000, entre 20 y 30% de los donantes aportó 90% de los ingresos privados a los partidos. “A eso se suma el hecho de que la autoridad electoral no logra fiscalizar el dinero en efectivo que llega a estos organismos, y no hay mecanismos de castigo eficaces para disuadir que esto ocurre”.

De esto concluyó que los grandes donantes, aquéllos que realizan aportaciones más allá de un ingreso per cápita anual, son los que sostienen las finanzas privadas de los partidos, y parte de ellos están ligados a los grandes poderes económicos y políticos que han sido ganadores de esta transición.

“La conformación de lo que hoy llamamos voluntad popular se ha convertido en un mecanismo que sirve como un pretexto para que los partidos y los candidatos disputen discursos públicos en beneficio de intereses particulares, y por otro lado, ha resultado una estratagema para que absorban dinero privado en intercambio de favores, prebendas, canonjías y obediencia hacia quienes les dan dinero”, sostuvo. 

El estudio Fiscalidad y democracia en México se encuentra a la venta en la librería de la Facultad de ciencias políticas y sociales de la UNAM. 





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