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Este domingo, Grecia decide su futuro económico

8 preguntas básicas para entender lo que sucede en ese país y cuáles son las posibles consecuencias




3 julio, 2015

En un ambiente sumamente polarizado, los griegos decidirán este domingo 5 de julio en un referendo no sólo el futuro económico de su país. Su decisión tendrá impactos en el euro y en la Unión Europea, que ha puesto en el centro de su unidad la moneda común.

La BBC explica a través de un cuestionario qué es lo que los ciudadanos griegos van a votar, por qué el resultado es importante para el resto de Europa y otras regiones y, lo más importante, cómo ese país llegó a esa circunstancia.

Para comprender la situación y sus consecuencias, BBC Mundo elaboró esta guía:

1. ¿Cuál es la causa de la crisis griega?

La base de la crisis griega es una deuda externa de aproximadamente 320,000 millones de euros (358,000 millones de dólares), que el país no puede pagar.

Durante muchos años el país gastó más de lo que producía y financió dicho gasto con préstamos. Esta política económica data de antes de que Grecia adoptara el euro. Y la llegada de la moneda común en 2001 no cambió las cosas, como en teoría debía suceder.

El gasto público aumentó un 50% entre 1999 y 2007, mucho más que en otros países de la eurozona.

A esto se agregan problemas de corrupción y evasión fiscal, reconocidos por Grecia, lo que terminó provocando un déficit muy superior al 3% del PIB contemplado en las reglas de la moneda común.

Préstamos no declarados a la eurozona ocasionaron que la deuda excediera significativamente el 60% acordado como límite por los países de la eurozona: actualmente se estima en 177% del PIB.

De hecho, Grecia tiene actualmente deudas con: Alemania (68,200 millones de euros), Francia (43,800 millones de euros), Italia (38,400 millones de euros, mde), España (25,000 mde) FMI (21,400 mde), BCE (18,100 mde), Holanda (13,400 mde), Estados Unidos (11,300 mde), Reino Unido (10,800 mde), Bélgica (7,500 mde), entre otros.

El problema sólo se volvió urgente cuando la crisis financiera global limitó el acceso griego al crédito, lo que motivó la intervención de los otros países de la eurozona temerosos del impacto de una cesación de pagos o default.

Para muchos economistas, las medidas de austeridad impuestas como condición para financiar un rescate financiero, o bailout, terminaron agravando la situación.

2. ¿Qué se ha hecho para salir de la crisis?

El primer paquete de ayuda financiera a Grecia fue aprobado por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional en mayo de 2010.

En ese momento se pusieron a disposición del gobierno griego 110,000 millones de euros (120,000 millones de dólares) para que honrara sus compromisos con sus acreedores, en ese momento en su mayoría bancos privados de la región.

Pronto se hizo evidente que ese monto no sería suficiente, por lo que un segundo rescate elevó la cifra total a 240,000 millones de euros.

En ambos casos, la condición para facilitar el dinero fue una serie de medidas de austeridad, que incluyeron recortes del gasto público, mayores impuestos y reformas al sistema de pensiones y el mercado laboral.

Pero el actual gobierno griego, que llegó al poder a inicios de año con una plataforma anti-austeridad, ha estado intentado renegociar algunas de esas condiciones de cara a un nuevo paquete de rescate estimado en 29,100 millones de euros adicionales.

3. ¿Han funcionado las medidas anticrisis?

Para saber si las medidas de rescate financiero han funcionado, primero hay que ponerse de acuerdo sobre el objetivo del mismo.

Si lo que se buscaba era proteger el euro, parecen estar funcionado, aunque sólo sea por el momento.

Los préstamos coordinados por el FMI, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo –la troika– han ayudado a reducir el impacto de la crisis griega sobre la moneda común.

Pero economistas de la talla de Paul Krugman y Joseph Stiglitz –ganadores del premio Nobel de economía en 2008 y 2001, respectivamente– consideran que las medidas no han hecho nada por mejorar la situación o las perspectivas de Grecia.

De hecho, se estima que la economía griega se ha reducido en un 25% desde el inicio de los programas de austeridad, lo que ha acentuado su dependencia en créditos externos.

Y el impacto de las medidas sobre el pueblo griego ha sido brutal: su tasa de desempleo del 26% es la más alta de toda la Unión Europea y entre los jóvenes ya supera el 60%.

Millones de ciudadanos griegos viven bajo la línea de pobreza. Esta situación fue, de hecho, lo que llevó al poder a Syriza, el partido que mejor supo recoger eldescontento generado por las medidas de austeridad.

Y los intentos del actual gobierno de izquierda por renegociar las condiciones son los que han llevado la crisis a lo que parece ser su momento más crítico o o, al menos, a un momento de definición que podría tener importantes consecuencias para el futuro de la moneda común.

4. ¿Cuál es la situación actual?

El escenario más temido al inicio de la crisis –un cese en los pagos– empezó a hacerse realidad el 1 de julio, cuando Grecia no pudo pagar 1,500 millones de euros al FMI.

Grecia se convirtió así en el primer país desarrollado en entrar en mora con el FMI y su retraso es el más grande en la historia del organismo multilateral, aunque técnicamente todavía no ha sido declarada en default.

Y el mismo día también se venció el último programa de ayuda financiera, luego de que el gobierno griego no aceptara las condiciones de la troika por considerarlas “humillantes”.

El gobierno de Alexis Tsipras había anunciado antes de esa fecha que dejaría la decisión final en manos de la ciudadanía, para lo que convocó a un referendo.

Según las últimas encuestas, la mayoría de los griegos se inclinan por rechazar más medidas de austeridad.

Aunque la ventaja del “No” –favorecido por Tsipras– se ha reducido luego de que Atenas impusiera un “corralito financiero” con el que intentar evitar retiros masivos que agraven la situación.

El primer ministro griego, sin embargo, ha dejado en claro que para él la posibilidad de una negociación –y por consiguiente de un acuerdo de última hora– se mantiene abierta.

Pero, hasta el momento, sus contrapropuestas han sido consideradas insuficientes.

La canciller alemana, Angela Merkel, ya dijo que hay que esperar el resultado del referendo antes de pensar en reabrir una negociación con el gobierno de Atenas.

5. ¿Cuáles son los puntos más contenciosos?

En su última contrapropuesta, el gobierno griego prácticamente aceptó la mayor parte de las demandas de la troika.

Pero solicitó más tiempo para implementar la reforma del sistema de pensiones –una de las principales exigencias de sus acreedores– y pidió mantener excepciones para el cobro del IVA en sus islas, que son uno de los principales destinos turísticos del país.

Los líderes de la eurozona, sin embargo, no se mostraron dispuestos a reabrir negociaciones. Muchos consideran que las principales diferencias ya no son tanto técnicas, sino políticas.

O, dicho más sencillamente, los principales líderes de la eurozona quieren botar al gobierno de Tsipras para evitar que su postura anti austeridad contagie a otros países de la región.

6. ¿Sobre qué votarán los griegos?

La pregunta sometida a referendo es tremendamente específica y está redactada en un lenguaje bastante técnico, no particularmente fácil de comprender.

“¿Debe ser aceptado el acuerdo propuesto, que fue presentado por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional en el Eurogrupo del 25.06.2015 y consiste de dos partes, las que constituyen su propuesta unificada?”, se lee en la boleta, en la que luego se especifican los títulos de los documentos en cuestión.

Y luego se ofrecen dos simples opciones: sí o no.

Los puntos centrales de la propuesta son una ampliación de la base del IVA y una reducción drástica del número de personas que pueden optar a un retiro anticipado.

Y los acreedores también demandan más acciones para reducir la evasión fiscal y acabar con la corrupción.

El gobierno griego, sin embargo, sostiene que las demandas específicas de la troika además de poco efectivas son humillantes y por lo tanto inaceptables.

Y para ellos la cuestión es mucho más simple: es si los griegos deben seguir padeciendo más medidas de austeridad o no.

Esta decisión podría además decidir la continuidad del gobierno de Tsipras, quien ya dijo que en caso de victoria del “sí” respetará la decisión de los griegos pero no se quedará para implementar la propuesta del Eurogrupo.

Mientras que los otros líderes europeos, empezando por Merkel, insisten en que la pregunta es otra, aunque igualmente sencilla.

Afirman que lo que los griegos decidirán el domingo es si quieren que su país siga siendo parte del euro o no.

7. ¿Es inevitable una salida del euro en caso de una victoria del No?

La verdad es que nadie lo sabe con certeza.

No existe ningún precedente y el mismo vicepresidente del Banco Central Europeo, Vitor Constancio, dijo en abril pasado que no había ninguna ley que ordenara la expulsión de la eurozona en caso de default.

El gobierno griego insiste además en que no está intentando abandonar la moneda común e incluso insinuó que podría iniciar procesos legales en caso de que los otros países de la eurozona intenten expulsarlo del club.

Los principales líderes europeos, sin embargo, lo han dicho claramente: la votación del domingo es sobre conservar el euro o no.

Y si no existe voluntad política para mantener a Grecia en el euro, lo que digan las actuales leyes y reglamentos de la Unión Europea podría no importar.

Efectivamente, si el Banco Central Europeo decide detener completamente el crédito hacia Atenas, las autoridades griegas no tendrían más opción que empezar a imprimir su propia moneda para intentar mantener su economía funcionando.

Y el “Grexit”, como se ha dado en llamar a la salida de Grecia del euro, sería una realidad.

8. ¿Cuáles serían las consecuencias de una salida griega del euro?

La UE ha estado trabajando duro para intentar aislar al euro y la eurozona de los problemas de Grecia y de una eventual salida de la moneda común. En el fondo, casi todo depende de la voluntad política de los líderes europeos.

Pero el mismo FMI advirtió que “los riesgos y vulnerabilidades aún no han desaparecido” y es difícil predecir el comportamiento de los mercados si el escenario más temido por todos se hace realidad.

Una posibilidad es que los compradores de bonos de las naciones de la eurozona con más problemas empiecen a exigir pagos más altos para compensar los riesgos de su inversión.

Eso afectaría negativamente a la moneda europea y aumentaría la inestabilidad en países con un peso mayor en la economía global.

Y una Grecia insolvente implicaría importantes pérdidas de dinero para varios países europeos.

Además, también está el riesgo de un contagio político.

Efectivamente, si la salida del euro se muestra como una opción viable –e incluso beneficiosa para Grecia– otras naciones podrían verse tentadas a seguir el ejemplo.

Y eso podría poner en riesgo a la misma Unión Europea, que ha puesto a la moneda común en el centro de su proyecto de integración.

La salida del euro podría además forzar la salida de Grecia de la UE.

Pero, como sucede con muchos de los otros escenarios, todo dependerá de la voluntad política e imaginación que muestren los líderes europeos.





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