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Aumenta el empleo informal

La informalidad aumentó 0.8% en el primer trimestre de 2015, respecto del mismo periodo del año anterior, y concentra a más de la mitad de los mexicanos ocupados




19 mayo, 2015

Más de la mitad de la población ocupada en México trabaja en condiciones de informalidad, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENEO) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Durante el primer trimestre de 2015, todas las modalidades de empleo informal sumaron 28.7 millones de personas, lo que representa 57% de la población y un aumento de 0.8% respecto del mismo periodo de 2014.
Bajos salarios, escasas oportunidades de integrarse al mercado laboral formal, pago de impuestos superiores a las ganancias y programas sociales insuficientes son algunas razones que dan los trabajadores para no formalizarse.
Claudia vende artículos de limpieza en las salidas del Metro de la Ciudad de México, y cuestiona la oferta de formalidad de las autoridades porque no le conviene, dice.
“Nos van a mandar a lugares establecidos, pero ¿cuánto nos van a cobrar? ¿De dónde lo vamos a pagar? Deberían subir el salario, dar becas y oportunidades de trabajo. Los políticos viven cómodamente. Cuánto dinero derrochan como ahorita con las campañas, cuánto se gastan, cuánto ganan ellos mensualmente, mientras nosotros estamos al día”, dice.
Aunque los comerciantes informales no pagan impuestos a la Federación, Margarito Chávez, propietario de un puesto de frituras que opera en un paradero de transporte de la Ciudad de México, dice que a su líder le da una cooperación de entre 30 y 50 pesos semanales.
Además, cada trimestre tiene que pagar 1,200 pesos para que las autoridades le den un espacio —de 2 por 1.5 metros— para vender.
¿Para qué pagar impuestos?, se pregunta, si eso no le garantiza recibir buenos servicios del gobierno.
 “Si uno va al Seguro Social, ¿cuántas horas son para que nos den una mugre cita para la consulta? Y para ir a una consulta se necesita mínimo gastarse medio día”, dice.
Para Isabel, comerciante ambulante de 68 años, la formalidad no es tan simple porque la realidad es distinta.
Si no trabaja, no come, dice. “Yo ya estoy grande y en ningún trabajo me aceptan, y aparte de eso nos ganamos la vida, ya tenemos años haciéndolo así”, agrega.
 





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