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Cuándo debes dejar que tu empresa naufrague

Decirle adiós a tu compañía no es fácil, pero hacerlo a tiempo puede determinar tu siguiente éxito.




28 junio, 2017

No sólo se trata de tu medio de subsistencia, sino de tu proyecto, de la empresa que durante mucho tiempo soñaste en fundar y cuyos cimientos, después de tanto esfuerzo, por fin lograste establecer. Pero hoy las cosas no parecen ir muy bien y la idea de bajar la cortina para siempre ronda tu cabeza una y otra vez. Te ha costado aceptarlo, pero la realidad es que nada parece estar del todo bien. Tienes dudas.

¿Es hora de cerrar este capítulo y seguir adelante? La pregunta en sí es muy compleja porque involucra no sólo factores financieros, sino también emocionales. No sólo es cuánto te duele esta situación, también hay que evaluar qué tan motivado te sientes por el proyecto.

No existe una sola respuesta correcta, porque la realidad es que las horas que se dedican a una empresa pueden ser infinitas, pero ¿vale la pena invertir más tiempo (y tal vez, dinero) para rescatar tu negocio?

Esta misma pregunta se hace Leticia Gasca, cofundadora de Fuck Up Nights, una iniciativa que busca quitarle el estigma al fracaso en los negocios, y directora del Failure Institute. En el libro Sobrevivir al fracaso, que coordinó, se profundiza sobre las causas de muerte de las empresas en México y en cómo prevenir el cierre.

Leticia asegura que la primera pregunta ante tal situación es precisamente ésa: ¿Vale la pena invertir tiempo para rescatar tu negocio? Responderla ayudará a llegar al fondo de por qué el negocio está en crisis.

Las señales que llevan a preguntarse si es hora de cerrar son variadas, y justamente tienen que ver tanto con los números como con el emprendedor mismo. Entre los criterios a tomar en cuenta para decidir arriesgarse o no –la experta en fracaso lo utiliza como referencia– se encuentra el concepto de Seth Godin, un mercadólogo que es autor de ocho libros bestsellers, entre ellos, justamente, The Dip, obra en la que habla sobre cómo convertirse en el mejor, de cuándo persistir para superar el “dip” y de cuándo abandonar.

Dip podría traducirse como “bajada temporal” y Godin lo cataloga como “un momento para dejar de ser mediocre”. Este dip es el “largo camino entre el inicio y el dominio de algo”, es “la combinación entre la burocracia y el trabajo duro con el que tienes que lidiar para certificarte en buceo”, ejemplifica el autor en un manifiesto que hace al respecto. Pero también este periodo puede confundirse con un callejón sin salida, es decir, una situación en la que, por más que trabajes, las cosas parecen no mejorar.

¿Cómo distinguir uno del otro? Si tú crees que puedes ser el mejor del mundo, entonces vale que te prepares y sobrevivas a este periodo de estancamiento. El secreto del valor de las cosas –el éxito– es la escasez. Y esta escasez está generada por el dip, según la teoría de Godin. “La forma en la que te conviertes en el mejor del mundo es quitando las cosas en las que no puedes ser el mejor.

“Eso te deja los recursos para invertirlos en atravesar esa bajada temporal”, asegura el autor. ¿Y si no puedes ser el mejor del mundo? “Renuncia a los callejones sin salida e invierte en los dips”, aconseja el experto. Así que, ¿tu negocio tiene el potencial de convertirse en el mejor del mundo?

Otra de las razones que deben analizarse a la hora de tomar la decisión de pelear o cerrar atañe al mercado. ¿Sigue teniendo demanda tu producto? Si no es así, es una clara muestra de que hay que transformarse. Uno de los indicadores que te pueden ayudar a definirlo es tu competencia. Si ésta se ha transformado o está desapareciendo, entonces tu producto ya no tiene mercado. “De ahí que los clientes se vayan”, explica Abraham Vergara, coordinador de Contaduría y Gestión Empresarial de la Universidad Iberoamericana.

Cuando la causa de la posible muerte tiene que ver con el mercado, prácticamente el negocio es insalvable; cuando se relaciona con actitudes del emprendedor que pueden modificarse, vale la pena pensar en rescatarlo, asegura Leticia. Cuando no hay mercado, podría ser momento de desarrollar un nuevo producto con la infraestructura existente, pero no de continuar con el mismo proyecto.

Lo financiero

Hay varios indicadores que marcan el momento de cerrar y uno de ellos es cuando la empresa está trabajando en números rojos. No tiene que ver con conceptos que pueden reflejarse en el balance general –el informe financiero que refleja los activos y pasivos, es decir, la situación financiera de una organización en cierto momento– y que pueden arrojar un saldo negativo, tales como depreciaciones o provisiones de impuestos, y que no necesariamente implican pérdida.

Más bien se trata de que en la realidad la empresa se ha quedado sin dinero para operar (y esto se refleja en el estado de resultados, el informe que muestra ingresos y gastos, o sea, el flujo de efectivo). “Cuando el flujo de efectivo empieza a tener valores negativos, quiere decir que tengo más gastos que ingresos, ahí es en donde perfectamente podemos determinar que tenemos serios problemas financieros”, explica Ángel Méndez, especialista de negocios de la Universidad La Salle.

Este flujo demuestra las salidas y entradas reales de efectivo, así que cuando los ingresos son inferiores a los egresos, hay un problema. Es imposible cumplir con las obligaciones más elementales, por ejemplo, pagar sueldos o comprar materia prima. Cuando se llega a este punto, es muy importante hacerse la pregunta de si vale la pena seguir, porque esto significaría tener que buscar recursos de algún lado para poder continuar. Y si no se cuenta con inversionistas en la empresa que estén dispuestos a dar dinero, entonces habrá que buscar financiamiento externo, o sea, deuda.

“Lo ideal en una compañía es que las fuentes internas (los dueños) apoyen la inversión en activos, pero cuando se pierde el equilibrio entre las fuentes internas y externas y de pronto vemos que le debemos más a gente externa (o sea, al banco, a proveedores…), ya tenemos un problema”, explica el especialista de La Salle; cuando ya le debes más a gente externa que a los socios (o que a ti mismo), hay un desequilibrio.

Lo ideal es que el apalancamiento –la relación entre crédito y capital propio– sea igual a uno, es decir, que por cada peso que se le debe a los accionistas, se le debe otro al banco, a los proveedores, o a cualquier otra fuente, asegura Ángel. “La empresa puede seguir marchando, pero si continuamos endeudándonos con los de afuera, estamos en un problema, porque los accionistas están perdiendo poder. La empresa es de quien aporta más, entonces, ésta va a terminar siendo de los bancos o de los proveedores”, asegura el experto.

¿Es posible recuperar este negocio? Probablemente sí, pero te va a costar no sólo dinero, sino tiempo, y aquí es momento de que consideres cerrar las puertas. Claro, no sin antes pagar lo que debes.

Otro análisis necesario en este caso es cuánto del capital inicial has perdido. Si han sido ya dos tercios de la inversión con la que iniciaste, entonces tu negocio no va bien, asegura Abraham Vergara. Puede ser que estés teniendo ventas pero que no sean suficientes para cubrir tus costos. O quizá no haya pérdidas, pero la realidad es que sigues metiéndole dinero sin que veas una utilidad significativa.

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“Sí estás vendiendo, sí estás generando utilidades, pero no te alcanza, y eso generalmente es por un mal cálculo de costos. En consecuencia, sigues metiéndole dinero personal a tu negocio”, explica el académico. No hay una regla, pero a los cuatro meses tu negocio debería poder caminar solo, sin que inviertas capital. “Si llevas un año inyectándole dinero, dedícate a otra cosa, porque tu negocio no funciona”, asegura.

¿Sigue siendo tu motor?

Quizá una de las razones más importantes para abandonar una empresa es que hayas perdido la motivación de levantarte día a día a dar tu 100 por ciento en hacer que crezca y se desarrolle. Tú eres el líder de la empresa y sin ti todo estará perdido.

“Un líder sin motivación no es un líder, lo cual es una receta infalible para el fracaso”, sostiene la fundadora de Fuck Up Nights. Si abrir la cortina ya no te motiva cada mañana, deshazte del proyecto cuanto antes. “Retírate en ese momento, para qué sigues gastando tiempo y dinero”, aconseja por su parte el especialista de la Ibero.

En general, cuando los problemas de la empresa son más de fondo, como que el servicio o producto no sea bueno, no satisface una necesidad real o el servicio al cliente es tan malo que los comentarios negativos opacan a los positivos, los cambios que se tendrían que hacer en la organización son realmente profundos, como el invertir en mejorar la calidad o entender lo que los clientes piensan, explica Leticia Gasca. Pero ¿tienes la motivación para hacerlo? Aquí se encuentra la clave para salvar tu empresa o para bajar la cortina para siempre.

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