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A medida que la población envejezca, habrá más impuestos

El dichoso “bono demográfico” no es para siempre.




Foto: Shutterstock
4 septiembre, 2017

“Juventud, divino tesoro”, dijo Rubén Darío en uno de los versos más cursis y manoseados de la historia de la literatura. Lo cierto es que Darío tenía razón. Se ha dicho mucho que el bono demográfico es una ventaja competitiva de México; esto es, que como la mayoría de los mexicanos están en edad de trabajar, nuestra economía subiría como la espuma. Pero, oh tiempo, esta situación tiene una fecha de caducidad.

La población de México ha envejecido de forma notoria durante los últimos 20 años. Según datos del Inegi, en 1995 la edad mediana de nuestro país era de 21 años, mientras en 2015 era de 27. A pesar de esto, México sigue siendo un país bastante joven. De hecho, la situación demográfica ha sido ideal durante los últimos años, pues la población en edad económicamente productiva ha crecido con el tiempo, tanto en términos absolutos como en relación al resto de la población. Según el Inegi, en 1995 había 66.4 habitantes en edad de dependencia por cada 100, mientras en 2015 este número bajó a 52.8 por cada 100.

Pero eso no es todo. Según el reporte “Latin American Mega Trends”, de Americas Market Intelligence, en Latinoamérica seguirá habiendo cada vez menos dependientes (es decir, de 0 a 14 años o de 65 a más). Así será hasta 2025, año en que la población en edad productiva alcanzará su máximo punto, tras el cual empezará un declive paulatino.

En entrevista con John Price, director de la think tank, señaló que “las nuevas oportunidades de negocio incluyen: sector de salud, sector financiero (porque gente la de edad se preocupa por la administración de sus recursos), la industria de viajes (dominada por gente de 40 a 65 años de edad) y el turismo de salud (para recibir jubilados extranjeros en América Latina).”

Entre otras tendencias de tal estudio está el incremento del gasto encaminado a salud y pensiones, lo que se espera provoque se que gaste menos en educación. Price afirma que otro efecto económico será la desaceleración del crecimiento de la economía —como ocurrió en el caso de Japón—, disminución del gasto en favor del ahorro, y un incremento en la tasa de impuestos. Esto último se explica porque, al disminuir el gasto y la población económicamente activa, se reduce la base gravable, con lo que el Estado debe incrementar los impuestos a los contribuyentes cautivos.

En el ámbito político, en 2040 los votantes de la tercera edad por primera vez serán el grupo más numeroso, lo que, estima Price, favorecerá políticas públicas de carácter conservador.

Habrá que aprovechar el bono demográfico mientras dure.


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