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En Kansas, Estados Unidos, quieren que suban los impuestos

A diferencia de lo que propone Donald Trump, en este sitio piden regresar al pasado.




12 junio, 2017

¿Habrá una propuesta de campaña más seductora que bajar impuestos? Si las promesas de los candidatos a la gobernatura del Estado de México eran poco viables en términos económicos, las de bajar impuestos no están muy lejos de serlo. Sin embargo, el gobierno de Donald Trump insiste en recortar la carga tributaria.

En 2008, Sam Brownback peleó para ser candidato a la Presidencia de Estados Unidos por el Partido Republicano. No fue el elegido y entonces decidió apostar para ser gobernador del estado de Kansas. En 2010 fue electo para ese cargo que comenzó a ocupar en enero de 2011. 

En su momento, Brownback prometió reducir los impuestos y lo cumplió. De hecho, tal vez de manera radical. De acuerdo con The New York Times el recorte acumulado hasta 2019 será de 3 mil 900 millones de dólares. Una cantidad que representa el recorte proporcional más grande en la historia reciente del país.

Todo parecía ir bien. Los ciudadanos pagarían menos impuestos, confiados en que –como aseguró el gobernador (y también Trump en su propuesta nacional)–, el recorte incentivaría el crecimiento. Pero mientras que la economía de otras entidades de Estados Unidos creció a un ritmo promedio de casi 2% anual, Kansas se vino abajo con un 0.2% en 2016. 

Es decir, no hubo crecimiento y, peor aún, se recortaron gastos tan importantes como el de la educación; este recorte incluso fue considerado por la Suprema Corte del Estado como “inconstitucionalmente bajo”. Opinión que compartieron demócratas y republicanos.

El experimento fallido de recortar masivamente los impuestos fomentó una reacción en Kansas. Según The Washington Post, la debacle derivada del recorte tributario resultó en una revolución naciente: el resurgimiento de los republicanos moderados. Aunque su poder de decisión es bajo en Kansas, se trata de una facción que no apoya la política fiscal de Donald Trump y, por ende, no son bien vistos en la capital estadounidense.

Un republicano que hoy es candidato a elecciones primarias, sintetizó muy bien al Washington Post el problema: “Nadie quiere pagar más impuestos, pero tampoco nadie quiere vivir en un estado que es fiscalmente imprudente” y precipitado. Por su parte, un director de escuela y gerente de una empresa confesó haber votado por Sam Brownback, pero ya no lo apoya. Tuvo que recortar a guardias de seguridad en la escuela, pero ya no tiene mucho margen para despedir a más personal.

La propuesta de Donald Trump incluye tres tasas distintas, de 10, 25 y 30%. Y aunque hay propuestas que puede resultar benéficas (como ya se analizaron en El Contribuyente), los estados no pueden recortar arbitrariamente los impuestos sin tener claro cómo obtendrán el dinero para ofrecer aquello por lo que los ciudadanos precisamente pagan impuestos. ¿Un mal necesario? Sólo si no son administrados correctamente.





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