Limitado homenaje póstumo (¿no deseado?) al embajador Miguel Marín Bosch
Enrique Paredes comenta algunas de las aportaciones del diplomático mexicano.
Si en el mundo del rock la pregunta madre de las discusiones es ¿The Beatles o The Rolling Stones?, entre los internacionalistas la pregunta debate es ¿idealista o realista? En ambos casos hay muchos más matices de los numerosos que he escuchado en años de banquetas, cocheras, bares, restaurantes, auditorios, universidades y embajadas.
Cuando hablé de la muerte de Marín Bosch (este abril) con un colega del Servicio Exterior Mexicano más o menos cercano a él, mi comentario fue que me sorprendía que su deceso pasara tan desapercibido, habiendo sido una figura tan grande. Mi colega respondió que Marín Bosch hubiera preferido que no se le rindiera un homenaje sujeto a las formas burocráticas que exige la administración pública. Sus adjetivos, debo decir, fueron más divertidos.
Hay dos aspectos de su vida profesional que quiero recordar, uno es esencialmente idealista, su trabajo constante en favor del desarme. El otro es de corte realista, su sistematización, medición y análisis de los votos en la Asamblea General de la ONU (AGONU).
Marín Bosch fue colaborador cercano de Alfonso García Robles, el premio Nóbel de la Paz mexicano que negoció el Tratado de Tlatelolco (desnuclearizando América Latina y el Caribe) y su trabajo es un ejemplo de cómo el premio no sólo alienta a los recipientes, sino a sus equipos de trabajo. Desde la Cancillería, en la academia, y en la sociedad civil, el desarme siempre fue el tema de Marín Bosch. Fue él, por ejemplo, quien en 1994 presidió las negociaciones del Tratado para la Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares.
El embajador compiló la totalidad de resoluciones emitidas por la Asamblea General desde 1946 hasta junio de 2013, creando una inmensa base de datos que hasta donde tengo entendido estaba en proceso de actualización. Con esa información demostró cuantitativamente fenómenos como las alianzas sur-sur y en bloques durante la Guerra Fría. La herramienta que desarrolló para tal efecto fue el Índice de Coincidencia (IC), que mide el comportamiento de México en la AGONU tomando como referencia cómo votan otros países, grupos de Estados o el promedio de votantes. Sin duda el IC es la aportación mexicana más significativa al análisis de patrones de voto en la AGONU.
Recuerdo también que en una ocasión Marín Bosch aconsejó a los diplomáticos de nuevo ingreso mantenerse alejados de los escándalos, haciendo la aclaración de que siempre podrían fumarse un gallo en la privacidad de su casa con su círculo cercano; con esa transparencia hablaba. Si pudiera plantearle sólo una de las dos preguntas del párrafo inicial, a sabiendas de que desataría una larga conversación, no sé cuál elegiría. Descanse en paz.
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